El secretario de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO), Manuel Gargallo, ha advertido este lunes de que el incremento de la obesidad y el sobrepeso en España, causado fundamentalmente por el «abandono» de la dieta mediterránea y la «falta de ejercicio», está haciendo que el país se encamine hacia el modelo estadounidense de obesidad, en el que sus índices son ya tan alarmantes que «los hijos de esta generación van a vivir menos que sus padres, algo inaudito en las sociedades desarrolladas».

Gargallo ha valorado de esta forma un estudio realizado sobre 2.270 adultos atendidos en centros de salud de Málaga, el cual ha demostrado que el 60 por ciento de la población tenía sobrepeso u obesidad, que el 77 por ciento no practicaba suficiente ejercicio y que el 65 por ciento tenía alto el colesterol.

Dicha investigación, publicada ahora en la revista ‘International Journal of Clinical Practice’, demuestra que los factores de riesgo cardiovascular de esta población son similares a los que se registran en EEUU o Reino Unido.

A la vista de estos datos, Gargallo ha advertido en declaraciones a Europa Press que la «tendencia» de la obesidad en España «es a seguir aumentando», un problema que lleva parejo «un mayor riesgo de diabetes y enfermedades de tipo cardiovasculares, lo que resta años de esperanza de vida».

«Sí que es cierto que quizás avancemos hacía el modelo americano actual, en el que los hijos de esta generación van a vivir menos que sus padres, algo inaudito en las sociedades desarrolladas», ha lamentado este especialista de la SEEDO, quien, no obstante, ha puntualizado que en España y en el conjunto de Europa «no tenemos datos concretos en ese sentido, aunque sí que los tienen los EEUU, que es el paradigma en el mundo occidental».

«Los americanos tienen hecho ya un modelo epidemiológico en el que se apunta que en un futuro las expectativas de vida serán menos –de seguir con la actual tendencia a la obesidad y el sobrepeso–«, ha precisado este experto, quien la alertado de que «probablemente nosotros vayamos caminando también hacia esa situación, es decir, que llegará un momento en que tengamos los mismos índices de obesidad con los que cuenta EEUU».

Sea como fuere, Gargallo ha asegurado que, «lo que sí está claro, es que el aumento de la obesidad va acompañado de un descenso de la expectativa de vida», ya que, según ha explicado, «el riesgo de padecer enfermedades potencialmente mortales es mayor».

En cuanto a las campañas emprendidas por las administraciones en favor del fomento de la dieta mediterránea, ha destacado el diseño que hizo el Ministerio de Sanidad con la estrategia NAOS –para combatir la obesidad entre la población escolar–, aunque ha reconocido que «algo estaremos haciendo mal entre todos, cuando incluso las autoridades médicas de EEUU, que son de las preocupadas en ese sentido, tampoco han conseguido hasta ahora revertir esa tendencia».

El comer bien no se puede imponer

«Se están haciendo muchas cosas, aunque es verdad que sin mucho éxito, ya que el mal comer no es algo que se le puede prohibir a las personas, como por ejemplo ahora el consumir tabaco en los locales», ha agregado a Europa Press el secretario de la SEEDO, quien ha insistido en el hecho de que tanto en España como en el resto de Europa «estamos asistiendo como notarios a ese aumento de la obesidad».

«Honestamente es difícil cambiar este paradigma, ya que a la gente no se le puede obligar a que vaya andando a los sitios y no coja el coche o a que coma una cosa y no otra», ha proseguido este especialista en nutrición.

En cuanto al abandono actual de la dieta mediterránea, ha recordado que un grupo muy importante de la Universidad de Reus ya hizo una encuesta nutricional a la población para comprobar lo que comían, creyendo inicialmente que la gente hacía dieta mediterránea, «y se encontraron con la sorpresa de que la mayoría de la gente recurría a la comida rápida y a los alimentos precocinados», ha lamentado.

Cambio de modelo

Ha explicado que recuperar la dieta mediterránea es algo «complicado» porque corresponde «a una realidad social y laboral de hace 30 ó 40 años, muy distinta de la actual, por lo que hay que entender que la gente está en otro mundo distinto».

«La realidad ha cambiado en muchos aspectos para bien, como la incorporación de la mujer al mundo laboral, que hace que ya no esté en su casa cocinando, pero también ha cambiado para mal, con el abuso que hacemos de la comida precocinada», ha explicado.

Soluciones

Respecto a las posibles soluciones para revertir esta situación, ha apostado por la concienciación personal y de la sociedad en general, «al igual que ya hemos llegado a interiorizar con el hecho de que fumar o beber en exceso es malo».

«Hay que comprender que el estar gordo no es una cuestión estética, sino de salud», ha defendido este especialista, quien ha afirmado que «cuando la gente sea consciente de ello, es decir, que el peso aumenta el riesgo de enfermedades que recortan y limitan la vida, en ese momento la gente empezará a tomar medidas para cambiarlo».

No obstante, ha admitido que «ni tan siquiera esa conciencia social, que aún nos falta, la tenemos en conjunto, ya que, a nivel de las propias administraciones sanitarias, los fármacos que hay contra la sanidad tampoco se financian».

«De alguna manera el propio sistema público no cataloga la obesidad como una enfermedad, como pueda hacerlo por ejemplo la bronquitis cuando financia los medicamentos para combatirla, y pese a que estamos hablando de medicamentos contra la obesidad que están contrastados científicamente, avalados por estudios internacionales y que se venden en farmacias», ha continuado.

«Sanidad autoriza su venta y financiación, pero no los financia, me supongo porque son costosos, puesto que hablamos de fármacos que la gente tiene que tomar todos los días durante varios años», ha concluido.